Decíamos ayer...
Un anciano es asesinado sin piedad. El asesino se entrega poco después. Un joven abogado sin experiencia será el encargado de defender lo aparentemente indefendible... ¿o no? ¿Será capaz de defender al hombre que ha matado a una de las personas más importantes de su pasado?
La primera impresión que tuve al comenzar a leer este libro fue que ya sabía todo lo que iba a ocurrir. Y así fue. Poco de original tiene esta historia, muy sencilla en apariencia, pero que nos hace plantearnos ciertas preguntas. Lo malo es que no es la primera vez que se nos plantean las mismas. Como he dicho, me extrañaría que a alguien le tomara por sorpresa algo de lo que ocurra en esta historia.
Von Schirach, gran hacedor de relatos de ambientación judicial, nos regala en esta ocasión poco más que un relato alargado, con alguna trama secundaria que es un mero relleno, ya que aquí lo importante es cómo un hombre en apariencia tímido y bueno es capaz de asesinar a un anciano de vida irreprochable. ¿Qué motivos puede tener para hacer lo que hace?
La novela, en cuanto a estructura, es muy sencilla. Asesinato, abogado que debe encargarse del caso, sus dudas, ya que conocía al anciano, juicio, presentación de los motivos para que Collini asesinara al eminente ciudadano, pregunta final que queda en el aire... Como digo, poco hay de sorprendente.
Sin embargo, la historia funciona hasta cierto punto por su brevedad y sencillez. Si fuera más larga no lo haría, porque haría falta más para vestirla.
En cuanto a los personajes, me ha sorprendido una cierta frialdad en el protagonista. Cierto que se trata de un tipo ambicioso dando sus primeros pasos, en un caso que le llevará lejos, pero tal vez deberíamos ver algo más de sus sentimientos, teniendo en cuenta que el muerto es casi su abuelo y él debe defender a su asesino, por no hablar de los descubrimientos que hace mientras se desarrolla el juicio. ¿No deberíamos ver más dudas, más horror?
En definitiva, una historia entretenida y con sabor a relato largo, que peca de falta de originalidad. Me gustaría ver, por una vez, en alguna historia alemana, que el pasado no tiene nada que ver con lo que todos imaginamos. Eso sí sería sorprendente.